Observa la sala a su alrededor, la luz de las velas
ilumina tenuemente los contornos de los practicantes que meditan sentados.
Algunos se balancean, otros permanecen firmes como el tronco de un árbol. Todos
en silencio, por lo menos hacia afuera, porque hacia adentro inagotables corrientes
de pensamientos inundan sus mentes. La suya también, lo único que es capaz de
observar esa corriente como la de un arroyo sin mojarse las manos en ella.
Quizás deba hablar, pronunciar alguna enseñanza,
todos la esperan, aunque no la pidan con sus bocas la piden con sus cuerpos, de
una manera muy sutil que es capaz de captar. Desean que el maestro hable par...Seguuir leyendo
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